¿Te suena de algo la traducción jurada del título universitario? ¿Quieres saber por qué es imprescindible tramitarla con rigor? Aprende que todo acto tiene sus consecuencias con esta pequeña historia. La historia de Juan.
La traducción jurada del título universitario: descubre su importancia
Juan vivía en Barcelona y estaba a punto de graduarse en Publicidad. En su curso estudiaba Kate, una chica inglesa rubia, alta, discreta, que solía llevar jerséis enormes que le cubrían los puños. Kate estaba de Erasmus. Era muy guapa y a Juan le daba un poco de vergüenza hablar con ella.
En uno de los trabajos finales de la asignatura de Gestión de marca, la profesora instó a los alumnos a que lo realizaran por parejas. El día que se formaron los grupos, ni Juan ni Kate habían ido a clase. Él se había quedado dormido tras salir la noche anterior, y Kate había caído enferma de un resfriado. Como estaban ausentes y el resto de compañeros ya se habían emparejado, la profesora decidió ponerlos juntos. Cuando Juan recibió el e-mail informándole de esta circunstancia, se azoró levemente. Kate le gustaba, pero ella ni siquiera había reparado en su existencia. ¿Cómo podrían trabajar juntos sin que se le notara que estaba colado por ella?
Resultó que Kate sí sabía quién era él. Los dos primeros días que quedaron para avanzar en el trabajo, le habló de lo mucho que le gustaba la camiseta de Breaking Bad que llevaba tantas veces a clase. Como ese año estaban emitiendo la última temporada de la serie, empezaron a quedar para ver los capítulos juntos. Kate era introvertida y no había hecho muchos amigos en España, por lo que agradecía la compañía. Poco a poco, se fueron enamorando. Tenían personalidades muy diferentes, pero se complementaban. Kate era disciplinada y Juan caótico y desorganizado (you’re such a mess, solía decirle ella). Pero se querían. La profesora les puso un 9 en el trabajo de Gestión de marca, y acabaron pasando juntos la noche que salieron a celebrarlo.
El fin de curso se acercaba y a Kate le quedaba cada vez menos para volverse a Inglaterra. Juan temía perderla, así que retomó relaciones con su padre, a quien había dejado de hablar años atrás, para pedirle ayuda económica. Quería estudiar un carísimo máster de Branding and Advertising en Nottingham, donde ella vivía. Su padre accedió. Kate se puso muy contenta.
Una piedra en el camino
A finales de curso, ya estaba casi todo listo para pedir el máster. Solo faltaba un trámite: la traducción jurada del título universitario. Es un documento imprescindible para ampliar estudios o para homologar una titulación en otro país. Juan debía encargarse de la traducción oficial del título, pero su nivel de inglés era peor que el nivel de español de Kate. Aunque ella se ofreció a ayudarle, él lo fue postergando. Kate se marchó a casa en junio, con la promesa de Juan de reencontrarse en septiembre, cuando él fuera a Nottingham. Como era tan desorganizado, presentó la declaración jurada el último día de plazo, ayudado por Google Translate. La traducción jurada del título universitario no es ninguna broma, y es examinada con lupa por las autoridades académicas pertinentes. La Nottingham Business School denegó el acceso a Juan por culpa de la pésima traducción y la confección por lo general deficiente del documento. Kate se puso muy triste. No entendía nada. Él no supo qué decirle, abochornado. No volvieron a verse.
Hoy Juan trabaja haciendo labores de marketing online y copywriting para diversas empresas. De vez en cuando chequea el Facebook de Kate y se lamenta de haber sido tan descuidado. Si no quieres que te pase lo mismo que él, deja la traducción jurada del titulo universitario en manos de profesionales.
P.D. K., if you’re reading this, I just wanted to tell you that I’ve improved my English level and that I’m not such a mess anymore. I hope you’ve forgiven me, although I haven’t forgiven myself.