Está claro que vivimos en un mundo cada vez más global, en el que hoy estamos en un sitio y es posible que mañana acabemos viviendo en la otra punta del mundo. Con tanta movilidad, ya sea por turismo, por trabajo o por las razones que sean, muchas veces nos vemos obligados a recurrir a los servicios de traductores profesionales para poder traducir cualquier documento, entre ellos los documentos e informes médicos. Nuestra salud es lo más importante, así que a la hora de hacer cualquier traducción médica lo primero que hay que buscar es una traducción de calidad.
La traducción médica se incluye en la traducción científica y técnica, por lo que no la puede hacer cualquier traductor. Normalmente nos encontramos ante documentos técnicos, confidenciales o reguladores, documentos con un carácter y una importancia especial que necesitan un traductor preparado académicamente para dominar tanto el vocabulario como los procedimientos que se descubren en el texto a traducir para que el resultado sea claro, conciso e, igual o más importante aún, fiel al texto original. Por eso, a la hora de hacer una traducción médica debe primar la rigurosidad.
Una traducción médica rigurosa y competente debería guiarse por las normas ISO 9001 (sistema de calidad estándar), EN 15038 (norma europea para la calidad de servicios de traducción) e ISO 13485 (la norma mundial para la fabricación de nivel médico). Siguiendo las pautas marcadas por estas tres normas nos acercaremos a una traducción 100 % fiel al texto original. Por eso, lo ideal es recurrir a las agencias de traducción para que se encarguen de supervisar tanto las diferentes fases del proyecto como al equipo de traductores. Una agencia nos garantiza que la traducción la hará un equipo de profesionales cualificados para abordar una traducción médica.
De esta manera, el traductor responsable de una traducción médica debe tener una formación superior en traductología, pero eso no basta para conseguir una traducción rigurosa. Se debe apoyar en diccionarios u obras de consulta especializadas para documentarse, consultar textos paralelos y revisar cuidadosamente el texto meta para que la traducción conserve toda la esencia. Y quizá lo más importante, solicitar ayuda a un experto en la materia para que lea la versión definitiva y le dé su aprobación o recomendaciones para mejorarla.
Solo así parece posible completar una traducción médica de calidad y rigurosa. Entre los documentos más traducidos de este ámbito destacan los informes médicos, consentimientos, los prospectos farmacéuticos o formularios, lo que nos ayuda a hacernos una idea de la importancia del contenido de los textos que se han de traducir. La documentación para hacer ensayos clínicos o para registrar productos farmacéuticos en los países donde se comercializarán también requiere traducciones médicas, igual que el etiquetado de los propios medicamentos.